En la búsqueda incansable de platos sencillos, sanos y
sabrosos fuimos a dar este verano en Ferrol con el rajo (raxo) y fue un feliz
encuentro.
Yo desconocía este guiso, lo cual solo demuestra mi
escaso conocimiento de la cocina gallega y humildemente ante mis
lectores prometo aplicarme en esta materia.
Para los que vamos perdiendo afición por la carne y
gustamos de nuevas presentaciones y aliños a la vez que rehuimos los trámites laboriosos, este plato llega muy
oportuno.
Los ingredientes se encuentran fácilmente:
carne magra de cerdo que se cortará en tacos y se dejará macerar con especias
al gusto. El ajo es imprescindible y el orégano, el perejil o el pimentón
no van mal. Al cocinarlo se puede añadir un poco de pimiento o cebolla en
trozos pequeños.
La ciencia: con aceite se va rehogando a un fuego medio
para que la carne vaya soltando su jugo y se remate en él. Se puede ayudar con
un poco de vino blanco. Lo importante es que no se pase y no quede muy
seco.
Se suele presentar con patatas fritas o con pimientos de
padrón y si van los tres, mejor.
No me digáis que es difícil.