Según refiere Clarín, en los tiempos de la Regenta las
familias principales almorzaban sopa, cocido, principio y postre; los médicos todavía no hacían análisis y se
temía más morir de hambre que harto. Hoy todavía, en algunos restaurantes de
batalla en Palomares se
mantiene esta tradición de los cuatro platos a un precio económico para quien
sepa disfrutarlo.
El cocido de garbanzos, hoy en día convertido en un plato
de referencia en los restaurantes más chic de la capital, ha llegado a ésto
procedente de las casas de buena despensa de las Vetustas de antaño,
pasando por las fiambreras de albañil de
la madre y de la hermana, que en la última posguerra cantara
Pepe Blanco, el taxista riojano.
- Pero, ¿quién se come hoy un cocido conforme a los
estrictos cánones , disfrutando de todos sus componentes sin rigurosa
continencia y sigue funcionando?
–Bueno, yo conozco a dos que lo hacen.
- No, pero me refiero a gente solvente, con cabeza,
de los que tienen responsabilidades, de los que sacan el país adelante.
-Nadie, por supuesto.
- ¿Vamos a renunciar por esto a disfrutar de vez en
cuando del cocido de garbanzos?
-Tampoco es necesario, tendremos que adecuarlo a la
dieta actual y, cebando bien la olla, resultará un buen menú de
sencillísima elaboración para un día de fiesta y un maná para los días venideros
del que, sin esfuerzo, obtendremos excelentes sopas, platos de
verduras, revueltos de carne, ropa vieja, garbanzos con callos, garbanzos
a la vinagreta … Y todo con un mínimo de trabajo en la cocina.
Reciclarse
o morir.
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