miércoles, 25 de mayo de 2016

Tortilla de verduras

La comida es una necesidad vital a la que los humanos empezamos en convertir en arte una vez que nos hubimos sentido un poco más seguros y con la despensa llena. Con el paso de los años, según vamos consumiendo nuestras vidas, vamos apuntando en el debe y el  haber conforme vamos logrando los objetivos y, en lo del  condumio como en otros propósitos, vamos probando los platos que lograron más fama, unas veces por su calidad y otras por variadas razones entre las cuales la vanidad y la petulancia tienen lugares destacados.
A la edad de este bloguero y con algo en el bolso, a mucha gente ya no le queda ninguna olla por destapar aunque, seguramente, no todas fueron como prometían. Gran error, es una forma rápida de consumir la vida sin su debido aprovechamiento.
Hace 28 años que tengo yo una cuenta pendiente y no pierdo la esperanza de saldarla antes de los próximos 28 haciendo el faquir con cebollinos asados a la manera de los catalanes del Priorato., Así, de pronto, es la ilusión más grande que tengo yo en cuento a la gastronomía, que recuerde ahora. Tal vez no sean gran cosa pero en la vida las ilusiones son importantes y a veces es mejor un anhelo que el desengaño de una realidad.
Todo esto para llegar donde yo quería:
Veintiocho fueron los años que yo me pasé con ganas de volver a Cartagena y disfrutar aquellas enormes tortillas de verduras que yo recordaba como un manjar. Después de tanto tiempo y mientras la interesantísima ciudad va transitando por su tercer milenio, de aquellas tortillas me costó encontrar vestigios. Ya no me pareció tan buena la que logré probar; saladísima y reseca. Modestamente, has hago yo mejores.

Si puedes hazla el día antes, gana mucho al enfriarse.

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