Hay
ocasiones en las que al más humilde de los cocineros se le presenta el
mismo reto que al cocinero de Napoleón el día 14 de junio de 1800 en el
Piamonte. Muchos méritos tendría el sollastre para guisar para el futuro emperador,
pero a veces, sorpresas te da la vida, cualquier nimiedad te hace pasar a la
Historia o pierdes todo tu crédito por liarla a la nonagésimanovena.
Recientemente,
a mi Primer Cónsul le apeteció una sopa; cuando mi Primer Cónsul quiere sopa,
quiere sopa, no sopas.
Recién
llegados de viaje, hora de comer, las tiendas cerradas … Repaso las existencias
y ¿ qué hallo?: Un bote de tomate triturado, una zanahoria, una cebolla y un
diente de ajo.
Instantáneamente
vi llegado el momento de perpetrar una sopa de tomate: sofreí las verduras, más adelante añadí el tomate y
agua, herví, condimenté, triturar y listo… Un éxito.
En cuanto a
las especies, muy recomendable la pimienta negra; con el tomate va muy bien.
Qué hubiera
sido del afamado cocinero si le hubiera puesto al restaurado emperador pollo
con cangrejos y huevos para cenar quince años y cuatro días después, en Waterloo. Posiblemente le hubiera mandado
fusilar al punto.
Sorpresas
te da la vida: Pollo al Marengo.
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