miércoles, 23 de marzo de 2016

Cebolla caramelizada

En mi última visita a Fuenterrabía fue agradable recordar  caminando por el paseo en el que en  “Papillón”  Steve McQueen soñaba correr al encuentro de su amada y su libertad perdidas. Eran los locos  años 20, una de esas épocas que siempre  precede a  la crisis y al desastre, esa piedra en la que tropezamos y volvemos a tropezar y nunca aprenderemos.
Terminado el paseo en un  mediodía lluvioso de verano el reclamo de las barras de los bares era irresistible con su colorista pintxeo.
y con el viento mi esperanza navegaba
perdonóla el mar, matóla el Puerto.
 (Gracias Lope).
Los pinchos eran sabrosos…  sí, bonitos … bueno. Tampoco es tan difícil, con buenos quesos, buen pan, buenas anchoas y langostinos y alguna cosilla más tampoco es tan difícil… Pero… aquello era la apoteosis de la cebolla caramelizada,  viniera o no viniera a cuento.
Para mis seguidores, los voluntariosos marmitones de la nueva hornada, a estas alturas del curso  la cebolla ya tiene que  tener su sitio en la cocina, un lugar que nunca debe quedar desierto.
Empecemos por aclarar conceptos: la cebolla caramelizada debe llevar un poco de azúcar y no va mal en algunos platos como en los que llevan  quesos, pero yo soy más partidario de lo que propiamente llaman cebolla pochada ( cebolla, aceite u otra grasa y sal; un poco de perejil , pimienta u otras especies no viene mal según con lo que lo vayas a combinar).
Se prepara en un momento y es un complemento insustituible para la comida rápida (salchichas, hamburguesas…) u otros platos de carne o pescado y se puede recalentar perfectamente.
El corte de la cebolla mejor perpendicular a su eje en láminas delgadas y cuanto más carnosa sea esta, mejor.
Que no falte en tus cuchipandas.




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