El verano
altera nuestras vidas; los gustos y las
apetencias cambian y en la cocina no podía ser de otra manera.
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Esta salsa,
como casi todas, admite muchas variaciones al gusto de cada uno. Yo os presento
la mía que no siempre es la misma, pues depende de lo que se disponga en el
momento de elaborarla.
Hay muy
pocas cosas imprescindibles para elaborar este aliño: vinagre, aceite, cebolla
y sal. La calidad, cuanto más mejor y la cantidad, al gusto. La cebolla se
cortará en tacos muy pequeños para lo cual un buen cuchillo vuelve a ser
imprescindible y no tiene más misterios; mezclar y listo.
A parte de
lo básico, admite otras verduras: pimiento verde o rojo fresco o de bote,
guindilla en vinagre, huevo cocido, aceitunas,
etc., todo ello cortado en tacos como la cebolla y especias al gusto. El ajo,
mejor rallado y cuanto más fresco mejor. Se puede utilizar también ajo en polvo
deshidratado. Cabe perejil, fresco o seco, pimienta ( va bien la de varios
colores y en algunos platos una que incluye bayas de cilantro resulta muy bien).
Esta salsa
tradicional es muy práctica en verano cuando las comidas frías preparadas de
antemano, las comilonas campestres y los apaños rápidos son tan necesarios para
poder disfrutar al máximo del campo y de
la playa.
Si andas en
amores tiernos procura que ella también lo pruebe, así la cebolla no será un
obstáculo entre vosotros.
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