En junio de 1931 Julio Camba, desde su retiro
en el planeta New York, lejos del calor
y las moscas de su planeta España, con bastante guasa y un toque de
magnificencia escribió para el ABC sobre
el analfabetismo:
“… pero mi ideal con respecto a España es
este: mientras no se descubra un procedimiento para que sean los analfabetos
quienes escriban, que el arte de leer se convierta en una profesión y que solo
puedan ejercerlo algunos hombres debidamente autorizados al efecto por el
Estado.”
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgmm_K4vGFx0M_odXhPy7R8_KwGGCiJlQp_ysLvMsZrUHV8nDs9kVtOPJtGVoNN12nToH4af7d7YPyWE9mWnyB_LBfamW4kqyaRgQNPhjQazvXl6I2ouq3Vo2Yo6IqYXEgTRgiVxMQyXAu/s400/WP_20171021_14_52_45_Pro.jpg)
El caso es que después de ochenta años de los
albores republicanos, por fin, San Juan bajó el dedo y la rana crió pelos. Hoy, gracias a internet y a los móviles, los
más brutos lucen ignorancia e indolencia en los foros y los menos recatados
hacen los más pomposos y disparatados análisis politicos fundamentados en sus prejuicios más
acendrados. Hay hasta quien perpetra
literatura tardodecadentista con cualquier pretexto.
Total que, mientras el escritor gallego se
regocijaba con su sarcasmo impúdico, en España se seguía calentando el potaje y
al segundo hervor reventó la olla.
La olla es el sustento y es un símbolo para
el humilde trabajador y es su verdadera patria junto con su familia. Luego,
cuando el proletario sacia el hambre y descubre que posee cualidades exclusivas o simplemente agarra miedo al fantasma de la soledad y el
desamparo, espectro que nos acompaña a
todos desde la cuna hasta la huesa, el nuevo pequeñoburgués va tomando devoción a otras patrias y va endureciendo su corazón.
Pues, cuando la olla revienta siempre es un
mal negocio y sobre todo para aquel pobre trabajador, que es la parte más débil
de la cuerda, y frustra la ilusión de los que pensaban medrar en el río revuelto de sus nuevas
aficiones y a veces hasta pierden el guiso.
Por eso, mis queridos seguidores, os voy a
dar un consejo para que no sufráis este trance, consecuencia de perder la
perspectiva. Cuando pongas la olla rápida a hervir no la cierres con su tapa;
cúbrela con una tapadera corriente hasta que hierva mientras te entretienes con
el teléfono o el internet, por ejemplo. Llegado este punto pon el cierre
hermético y en muy poco tiempo podrás bajar el fuego y a otra cosa.
Estarás mucho más tranquilo y evitarás el
riesgo de tener una experiencia muy desagradable. Quien lo probó lo sabe.
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