Últimamente
ha hecho fortuna la expresión comida viejuna para referirse a
platos olvidados que en su día fueron apreciados como manjares de días u
ocasiones señalados.
La ensaladilla bien
acicalada, los huevos rellenos, el arroz con pollo, el pollo con tomate o
la banderilla de huevo duro con atún, no son comidas pertenecientes o
relativas a los viejos, que es lo que significaría ese artefacto expresivo
tan feo. Más bien podríamos calificar estas recetas de castizas.
Pero en torno al casticismo no vamos a insistir, no sea
que el espíritu de D. Miguel, que ya lo trató in extenso,
se enfade, se levante y se marche advirtiéndonos de que no le
convenceremos.
Un plato en
retroceso son los macarrones, tan celebrados en otro tiempo en los menús de
colegios y guarderías y tan socorridos para las atareadas y felices
amas de casa de aquella sociedad de los años del desarrollismo ya superada.
Considero injusto
el abandono de este plato que, como todos los grandes, tiene su reminiscencia
literaria; en "El Gatopardo" Giuseppe Tomasi di Lampedusa
así los evocaba:
"El aspecto de
aquellos pasteles bastaba para suscitar estremecimientos de admiración.
El oro bruñido de la costra, la fragancia de azúcar y canela que de ella
emanaba, sólo eran el preludio de la sensación de delicia que surgía del
interior cuando el cuchillo hendía la superficie: primero brotaba un vapor
cargado de aromas, luego se divisaban los higadillos de pollo, los huevecillos duros,
los trocitos de jamón, de pollo y de trufa mezclados en una masa untuosa, muy
caliente, de diminutos macarrones a los que el extracto de carne añadía un
precioso color gamuza."
Inspirándonos en la
receta del celebrado timbal de macarrones siciliano estamos intentando poner en
su sitio a esta variedad de pasta como plato importante para una ocasión
señalada.
Evitemos el chorizo,
busquemos menudos de pollo o conejo, jamón, carne, huevo cocido y, por
supuesto, hagamos una buena salsa de tomate natural bien maduro, añadamos
especias sin miedo y al horno con queso para obtener una buena costra.
Del resultado ya me
contarás.
Tal vez intentemos,
más adelante, el timbal.
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