martes, 18 de junio de 2019

Tacos, o lo que sea




Preparar un buen taco no es tan difícil como comérselo sin pringarse. No hace falta saber mucho de cocina pero, como todo,  tiene su ciencia.
Yo me consideraba ya adelantado en la técnica. El toque de comino, pimientas y salsas,  aprovechar la carne de pollo o de res  cocidas para la sopa  o  saltear las tiras de pechuga o de puerco,  el corte de la cebolla de tamaño perfecto, pasarla por la sartén el tiempo exacto para que quede crujiente, trocear el jitomate y aliñarlo con el cilantro cultivado  con mis propias manos ( planta delicada y caprichosa como pocas) o picar la lechuga en juliana son técnicas que poco a poco he ido aprendiendo y ejercitando.
Hasta había ideado una forma de comerlo para evitar el molesto  y casi ineludible gravamen de mancharse.
Pero he aquí que llega el enterado de mi ayudante y, sin la menor sutileza ni prevención, me suelta que lo que yo hago no son tacos, que son burritos.
Escarnecido  y afrentado corrí a documentarme y aumentó mi desconcierto al descubrir que lo que yo hago ni es un taco, ni un burrito ni siquiera una fajita.
Si alguien nos puede ayudar, por favor,  que lo haga.
No sabemos lo que nos estamos comiendo.

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