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El botillo es una solución para un buen menú familiar
completo de cuando en cuando; es lucido en la fuente y en el plato, sabroso,
consistente y menos graso y pesado de lo que pueda parecer.
Ante la duda de si ponerlo o no a remojo, yo prefiero lo
primero; lo hará más jugoso y, después, hay que lavarlo bien. No conviene servirlo
hasta que se asiente y repose, pues si se tiene que enfriar una vez abierto,
quedará reseco.
Una
recomendación: Cocerlo con garbanzos y hervir la berza y
las patatas aparte. Una vez cocido en la olla exprés suba al coche y acuda a un
monte cercano (se puede sustituir por un parque urbano si no hay
disponibilidad). Paséese unas dos horas disfrutando de la naturaleza y a la
vuelta, cumplido ya el segundo precepto del párrafo anterior, disfrute ya sin
miedo del botillo, de su acompañamiento y de la compaña.
¡Buen provecho!
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