De repente, una pregunta rutinaria y tú, inerme ante la
realidad: “no hay nada para comer mañana”.
¡Tu reputación en entredicho!. Y, tal vez… otra bronca.
¡Oh no,… eso no!.
Pero, se enciende
la bombilla:
Un clásico y… ¡listo!:
Cronómetro: ¡Start!.
Sacas la olla rápida; un chorro de aceite de oliva
virgen; calor; abre el congelador y echa mano de la bolsa de menestra congelada
de la mejor calidad, que debe estar allí esperando al efecto; viertes la
verdura en el perol, sal y unos dientes de ajo que habrás pelado o no, según la
prisa. Lo salteas a fuego vivo tres o
cuatro minutos; añades un chorrito de agua; cierras la olla, sube el pitorro, bajas
el fuego….
¡Pause!
Diez minutos de reloj.
¡Stop! y a otra cosa.
¡ Nos hemos salvao!
En total, cinco minutos de trabajo.
Unas lonchas de jamón o unos tacos, antes de cerrar la
olla, mejorarán el resultado.
Y tú que pensabas que el panaché era un plato difícil...
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