jueves, 2 de febrero de 2017

La purrusalda

¡Qué dura es la vida del urbanita moderno!.
¡Quién me mandaría a mí comprar el coche en invierno!.
Almorzado con un  bocadillo me pasé la tarde en el taller;  qué fríos son aquellos sitios para el que allí solo tiene que aguardar.
Discutiendo con el encargado de si esto o aquello entra en garantía  ya tenía yo los pies fríos.
- Por cierto, no se me olvide; tengo que pasar por la frutería, espero no tener que ir en busca de una de guardia.-
Vuelta a la sala de espera, que estaba muy  caliente,  y vuelta a desabrigarse y vuelta a pasar frío al salir a ver cómo iba lo mío.
Al pasar sumiso por la oficina, la sonrisa candonga de la prieta cajera  me dejó tan frío como estaba.
Con escaso hálito salí de allí con la cartera también menguada. A estas alturas sólo una esperanza me impelía. Corrí en busca de lo que en mi cabeza como una cantilena me martillaba: un manojo de puerros, una cebolla, zanahorias y patatas.
Con el resuello en el cuerpo corté, una vez lavados,  los puerros en trozos medianos, las zanahorias en rodajas y la cebolla en parmentier ( tacos grandes) y todo ello  lo rehogué con un buen aceite de oliva, luego añadí las patatas en tacos tronchados o chascados para que engordasen  un poco el caldo, sal, agua y herví.
Servir caldoso.
Con la primera cucharada noté yo que mi suerte había tornado. -Venga lo que venga, ya nada me acobarda-.
Ten tu propia experiencia con la purrusalda, repetirás.
Los de Bilbao suelen añadir un poco de bacalao. Se puede prescindir de la cebolla, esta lo suaviza un poco, depende lo verdes que  estén los puerros y del gusto de los invitados.


24.01.17

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