Cocinar carne a la sal,
a parte de su sencillez, tiene unas cuantas ventajas: además de reducir
bastante la grasa, presenta un aspecto característico y resulta un sabor
diferente y gustoso. Además no pierde ningún valor para consumirlo después a
temperatura ambiente, con lo que es un plato ideal para presentar
en cualquier convite, para elaborar deliciosos bocados fríos o para tener
preparado para una comida rápida o para una colación campestre.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6X0E40mz6PktnC4bNqWRCmPwZ4GQ3_wz19jjvZ384VPOEV9tewvhGyTZX4s17_T2BWJjZ_-UTq86AQiNmod3tAk5-nHeXyQGLE_sowiCNtiDSTGvR34t8Uihj3nRTI5i9ZDs2FWcHP2WZ/s400/WP_20170212_15_08_51_Pro.jpg)
El manjar no tiene ninguna dificultad: procura un costillar de cerdo lo menos descarnado posible, en una bandeja de horno haz una cama de sal gorda y entierra la carne con más sal. Si no encuentras sal húmeda al efecto lo humedeces para que se adhiera mejor al alimento.
Puedes usar las especies
habituales en la carne de cerdo antes de ponerlo en la sal y el tiempo de horno
el habitual, según el volumen de la carne.
Cuando termine de hornearse
rompes la costra de sal y retiras los restos de ella que queden pegados al
alimento. Se corta y se presenta al gusto. No resulta excesivamente salado.
Para acompañarlo es ideal el
alioli. Te gustará.
Lo mismo se puede hacer con
cinta de lomo, si es del cabecero mejor, y es preferible para comer en
frío una vez cortado en lonchas finas.
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