martes, 28 de febrero de 2017

Coca mallorquina

“Si  te contara lo que a mí me hicieron, - le decía el atún a la anchoa-, solo Neptuno y yo lo sabemos. Yo, que era el mejor nadador del océano, todo músculo. Después de atraparme me pincharon, me destriparon, me congelaron, me descongelaron, me desmembraron, me despedazaron y me encerraron a oscuras. Luego, me cocieron.
“Aquí pierdo la memoria, ya no sé ni el tiempo que pasé allí cautivo a oscuras hasta que, sorpresivamente, tras una luz cegadora volvió el martirio: me desmigaron y me hornearon. Cuando ya pensaba yo perder la noción de mi existencia por efecto del calor,  me volvieron a congelar y después de un tiempo y ajetreo  me volvieron a abrasar  y aquí estamos. Ya casi ni me reconozco.  ¿Qué será lo siguiente?.
“Al  menos a ti no te metieron en salmuera,  -contestó el ex-boquerón.
“Eso, eso  -terció la afligida aceituna negra-. El salazón es muy desagradable.
“¿Qué sabréis vosotros?  - intervino  la alcaparra-. No habéis probado el vinagre y su extrema acidez.
¿De verdad se puede considerar la pizza un alimento natural?
¿Queda algo de  las propiedades nutritivas de aquellos  alimentos cuando son consumidos?.
Podemos hablar también de los aditivos y de los aditivos de los ingredientes, pero nos saldríamos del formato habitual. Además este blog no fue pensado para la inapetencia y la aprensión, sino para dar soluciones y respuestas.
En vez de viajar tanto a Italia, quedémosnos un poco más cerca. La coca mallorquina nos solucionará una cena o un aperitivo de forma más sana y en menos tiempo de que lo piensas.
Los ingredientes son pocos y muy corrientes: harina, aceite de oliva, sal, tomate, cebolla y espinacas. Caben otros componentes según el gusto y la disponibilidad: pimientos, berenjenas …
La base es una masa quebrada delgada,  o,  incluso una más sencilla:  agua, aceite, sal y harina; prueba y elige la que más te gusta. Pones encima la verdura mezclándola como prefieras, sal, aceite y a hornear.

¿A que te parecía más difícil?.

jueves, 2 de febrero de 2017

La purrusalda

¡Qué dura es la vida del urbanita moderno!.
¡Quién me mandaría a mí comprar el coche en invierno!.
Almorzado con un  bocadillo me pasé la tarde en el taller;  qué fríos son aquellos sitios para el que allí solo tiene que aguardar.
Discutiendo con el encargado de si esto o aquello entra en garantía  ya tenía yo los pies fríos.
- Por cierto, no se me olvide; tengo que pasar por la frutería, espero no tener que ir en busca de una de guardia.-
Vuelta a la sala de espera, que estaba muy  caliente,  y vuelta a desabrigarse y vuelta a pasar frío al salir a ver cómo iba lo mío.
Al pasar sumiso por la oficina, la sonrisa candonga de la prieta cajera  me dejó tan frío como estaba.
Con escaso hálito salí de allí con la cartera también menguada. A estas alturas sólo una esperanza me impelía. Corrí en busca de lo que en mi cabeza como una cantilena me martillaba: un manojo de puerros, una cebolla, zanahorias y patatas.
Con el resuello en el cuerpo corté, una vez lavados,  los puerros en trozos medianos, las zanahorias en rodajas y la cebolla en parmentier ( tacos grandes) y todo ello  lo rehogué con un buen aceite de oliva, luego añadí las patatas en tacos tronchados o chascados para que engordasen  un poco el caldo, sal, agua y herví.
Servir caldoso.
Con la primera cucharada noté yo que mi suerte había tornado. -Venga lo que venga, ya nada me acobarda-.
Ten tu propia experiencia con la purrusalda, repetirás.
Los de Bilbao suelen añadir un poco de bacalao. Se puede prescindir de la cebolla, esta lo suaviza un poco, depende lo verdes que  estén los puerros y del gusto de los invitados.


24.01.17