sábado, 24 de marzo de 2018

Cocina instintiva

Cuando llegas tarde a comer a casa un día frío de invierno esperando encontrar tu plato servido y caliente y lo que te encuentras es a tu mujer que sale por la puerta y te dice: “¡Sorpresa! El peluquero me la ha liado y no hay comida, voy a comprar pan, ahora vengo”, es una de las ocasiones en las que el damnificado  tiene que recurrir a ese tipo de talento que podríamos llamar “cocina instintiva”.
Las emociones o repentes que pueden desencadenar infortunios como este no son de poco interés; tampoco el controvertido asunto de las mujeres consentidas  o de  los hombres iracundos, pero estos no son asuntos de este blog.
Hablamos de casos en los que el tiempo que tarda en hacerse un arroz blanco es un lapso excesivo y requieren una solución rápida que aplaque la tensión y salve el bajío.
En estos momentos, los huevos son el recurso más eficaz. Unos huevos revueltos son una salida rápida, caliente y sabrosa. Si dispones de un poco de jamón,  mejor que mejor y si no te conformas con cualquier cosa y eres un poco previsor, con unos dientes de ajo, unos tacos de bacalao congelado y un poco de pimiento puedes homenajearte con un revuelto de bacalao.
Para primero, (¿por qué vamos a renunciar?),  unos guisantes con jamón, no están mal y si el tiempo esta frío, unas sopas de ajo.
Dos tragos de la bota y a circular.


Nota del autor: queda pendiente la revisión y los arreglos oportunos de género del presente artículo. El autor autoriza a quien lo quiera a llevar a cabo la tarea y que se coma el resultado, si puede.