miércoles, 25 de mayo de 2016

Patatas con carne

Cocinar, lo que se dice cocinar, cocina cualquiera, pero guisar ya es otro tema. Entiéndase guisar en el sentido de la segunda acepción del diccionario de la R.A.E.:2. tr. Preparar los alimentos haciéndolos cocer en una salsa, después de rehogados.
Un guiso de los clásicos es las patatas con carne. Aquí ya no hablamos de salir del paso, ni de horno ni de plancha. Estamos en un plato tradicional que lleva tiempo y da juego. La altura del  resultado debe ser proporcional a la calidad de los productos  y  al tiempo empleados, de lo contrario habremos perdido dinero y tiempo que podíamos haber dedicado a otra cosa.
Qué decir de las patatas: un alimento excepcional. Es difícil imaginar la vida sin ellas y sin embargo son un aporte relativamente nuevo en nuestra cocina. Por sus valores nutritivos, su versatilidad, su sabor, su fácil conservación, su sencillo cultivo … hasta su planta es bonita y su peculiar escarabajo resulta simpático si no viene acompañado de sus amigotes. Por todo ello y por su importancia innegable en el desarrollo de la Humanidad en los últimos siglos, considero notoriamente injusto que se utilice la palabra patata como sinónimo de chapuza o artefacto obsoleto. Solo la ignorancia o el descuido explican estos dislates.
La clave de guisar con patatas es si lo que cocinas con ellas necesita más o menos tiempo que las homenajeadas: no es lo mismo la carne de ternera que unas patatas con chorizo, otro clásico. En otras palabras ¿qué va delante, la carne o las patatas?.
Mis consejos: rehoga la carne, añade la cebolla, el ajo, pimiento, las especias ( va muy bien el azafrán o el colorante); luego lo guisas con poco o nada de agua, según pida. Añadirás después  las patatas y el agua y a cocer lentamente revolviendo de vez en cuando para que el caldo se vaya engordando, reposar y… ¡al ataque!.
Buen provecho.


Tortilla de verduras

La comida es una necesidad vital a la que los humanos empezamos en convertir en arte una vez que nos hubimos sentido un poco más seguros y con la despensa llena. Con el paso de los años, según vamos consumiendo nuestras vidas, vamos apuntando en el debe y el  haber conforme vamos logrando los objetivos y, en lo del  condumio como en otros propósitos, vamos probando los platos que lograron más fama, unas veces por su calidad y otras por variadas razones entre las cuales la vanidad y la petulancia tienen lugares destacados.
A la edad de este bloguero y con algo en el bolso, a mucha gente ya no le queda ninguna olla por destapar aunque, seguramente, no todas fueron como prometían. Gran error, es una forma rápida de consumir la vida sin su debido aprovechamiento.
Hace 28 años que tengo yo una cuenta pendiente y no pierdo la esperanza de saldarla antes de los próximos 28 haciendo el faquir con cebollinos asados a la manera de los catalanes del Priorato., Así, de pronto, es la ilusión más grande que tengo yo en cuento a la gastronomía, que recuerde ahora. Tal vez no sean gran cosa pero en la vida las ilusiones son importantes y a veces es mejor un anhelo que el desengaño de una realidad.
Todo esto para llegar donde yo quería:
Veintiocho fueron los años que yo me pasé con ganas de volver a Cartagena y disfrutar aquellas enormes tortillas de verduras que yo recordaba como un manjar. Después de tanto tiempo y mientras la interesantísima ciudad va transitando por su tercer milenio, de aquellas tortillas me costó encontrar vestigios. Ya no me pareció tan buena la que logré probar; saladísima y reseca. Modestamente, has hago yo mejores.

Si puedes hazla el día antes, gana mucho al enfriarse.

Sopa de tomate

Hay ocasiones en las que al más humilde de los cocineros se le presenta el  mismo reto que al cocinero de Napoleón el día  14 de junio de 1800 en el Piamonte. Muchos méritos tendría el sollastre para guisar para el futuro emperador, pero a veces, sorpresas te da la vida, cualquier nimiedad te hace pasar a la Historia o pierdes todo tu crédito por liarla a la nonagésimanovena.
Recientemente, a mi Primer Cónsul le apeteció una sopa; cuando mi Primer Cónsul quiere sopa, quiere sopa, no sopas.
Recién llegados de viaje, hora de comer, las tiendas cerradas … Repaso las existencias y ¿ qué hallo?: Un bote de tomate triturado, una zanahoria, una cebolla y un diente de ajo.
Instantáneamente  vi  llegado el momento de perpetrar una sopa de tomate: sofreí  las verduras, más adelante añadí el tomate y agua, herví,  condimenté, triturar y listo… Un éxito.
En cuanto a las especies, muy recomendable la pimienta negra;  con el tomate va muy bien.
Qué hubiera sido del afamado cocinero si le hubiera puesto al restaurado emperador pollo con cangrejos y huevos para cenar quince años y cuatro días después,  en Waterloo. Posiblemente le hubiera mandado fusilar al punto.

Sorpresas te da la vida: Pollo al Marengo.