miércoles, 21 de diciembre de 2016

Pan con tomate

Los catalanes, introductores del Caganer en el Portal de Belén, tienen alguna aportación a la cocina hispana de la que sí pueden sentirse orgullosos. Dejemos las impudicias a un lado, tal vez no las entendamos, y quedémonos con lo estimable y honroso, que es diverso y abundante.
Su variada gama de embutidos es de conocimiento obligatorio  (ya sabes cómo se aprenden estas cosas); sus hortalizas y su forma de escalivarlas, la salsa romesco, el alioli, los vinos, las cocas… son todas tentadoras propuestas a la vista y al paladar.
La gleba (gleva) rica y variada,  fertilizada y humanizada por la obra del payés, y su clima, son el fundamento de esta envidiable oferta.
Siguiendo la política de este blog nos vamos a centrar en lo más sencillo: el pa amb tomàquet i pernil   (pan con tomate y jamón). Este plato reúne cuatro ingredientes que vas a encontrar en cualquier sitio y puedes hacer un plato bonito y rico con muy poco trabajo.

Lo sé, lo sé …. no es lo mismo aquel tomate madurado en la huerta al sol del  Mediterráneo y conservado en la mata en el desván,  que el que vamos a encontrar en el supermercado, ya sé que hay gente que aquello  ni lo ha conocido ni lo probará nunca;  pero nos podemos hacer una idea.
La cançó es como sigue: un buen pan de pueblo ( lo puedes encontrar en cualquier ciudad o pueblo grande), los mejores tomates,  cuanto más maduros mejor, sal  y, coronando, un buen jamón. Ungido con un  buen chorro de aceite de oliva virgen extra, el rey de la mesa estará servido.
A muy pocos llega ese  maravilloso aceite del Baix Camp de Tarragona que, por un privilegio que yo disfruto,  a veces entra en mi casa. El mejor del mundo, dicen allí. Yo no he probado otro mejor.
 Tampoco hay que quejarse; hay muy buenos aceites por ahí.
Para facilitar la tarea, lo mejor es rallar el tomate desechando la piel y añadirle la sal y, si prefieres, puedes echar aceite directamente al tomate y mezclarlo. Puedes rallar un poco de ajo también y mezclarlo con el tomate. Aunque un auténtico catalán diría: “el tomate no hay que rallarlo, tienes que frotarlo directamente sobre la rebanada de pan y el ajo solo se frota cuando el pan es tostado y siempre antes de frotar el tomate”.
 Prueba y elige.
El jamón no es necesario que sea de Girona, vale perfectamente uno de Salamanca  o, incluso,  de Huelva.
Aunque el artículo se alarga, no me lo puedo callar. Lo que yo no perdono a los catalanes, a pesar de todas sus extensas virtudes, y, aunque seguramente tendrán sus razones, yo no lo alcanzo a entender:
¡Cómo estando el fuet tan bueno, lo inventaron tan delgado!.
Tal vez vuelva a ser culpa otra vez de las recurrentes tripas,  els punyeters budells.



Arroz negro

Hace tiempo una camarera gallega muy lista y prudente, perdón por la redundancia, tuvo el gusto de invitarnos a probar un arroz con almejas excelente que nos ofreció a mayores. Arroz con almejas - dijo -  no digo paella, para que nadie luego diga…
Yo acostumbro a juzgar los platos por la vista y por el sabor y, a fe mía, que aquel arroz era exquisito y, por la cuenta, no necesita un  título que por sí mismo no garantiza nada.
Mucho se puede hablar del arroz y sus infinitas formas de elaboración y sabores. He elegido un plato pariente pobre de la paella de marisco y fácil de preparar.
Emplearás  paella o cazuela grande, para mí, si es con tapa mejor. Arroz redondo, por supuesto.
Sofrito de cebolla y ajo; un poco de tomate triturado también, si gustas; calamares o sepia troceados, tinta de sepia congelada ( la encontrarás en el supermercado) y luego, el arroz. Un chorro de vino blanco va también bien. Una hoja de laurel.
La cantidad de tinta al gusto, empieza de menos a más y busca tu punto.
Agua;  el doble de volumen que el arroz. Si utilizas un caldo de pescado o marisco (fumet), mejor.
La regla de oro del arroz: no más de veinte minutos de cocción a fuego justo para mantenerla.
“Arroz pasado, arroz tirado”.
Añades algo de marisco en los últimos minutos,  para que no se pase de cocción.

Reposar tapado y…¡ a por ello!.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Menestra exprés

Son las  once y media de la noche, terminada la faena y deseando descansar.
De repente, una pregunta rutinaria y tú, inerme ante la realidad:  “no hay nada para comer mañana”.
¡Tu reputación en entredicho!. Y, tal vez… otra bronca.
¡Oh no,… eso no!.
Pero,  se enciende la bombilla:
Un clásico y… ¡listo!:
Cronómetro:  ¡Start!.
Sacas la olla rápida; un chorro de aceite de oliva virgen; calor; abre el congelador y echa mano de la bolsa de menestra congelada de la mejor calidad, que debe estar allí esperando al efecto; viertes la verdura en el perol, sal y unos dientes de ajo que habrás pelado o no, según la prisa. Lo salteas  a fuego vivo tres o cuatro minutos; añades un chorrito de agua; cierras la olla, sube el pitorro, bajas el fuego….
¡Pause!
Diez minutos de reloj.
¡Stop! y a otra cosa.
¡ Nos hemos salvao!
En total, cinco minutos de trabajo.
Unas lonchas de jamón o unos tacos, antes de cerrar la olla,  mejorarán el resultado.
Y tú que pensabas que el panaché era un plato difícil...

Arroz al salto

El arroz al salto es un plato olvidado de lo que se conoce como cocina de aprovechamiento. Mi aprendiz, en su infatigable tarea  investigadora,  lo ha rescatado de un viejo libro de cocina (*) y creo que merece un asiento en este blog.
Sospecho del horno microondas como autor de la desaparición de este preparado, pues nos permite calentar el arroz de una forma que antes no era posible.
Sus posibilidades son casi infinitas: si el arroz admite mil formas y sabores, lo mismo el arroz al salto.
La ciencia:
No tiene ningún misterio. Con el arroz sobrante elaborarás una masa con huevo batido y harás una especie de albóndigas o tortillitas que cubiertas con pan rallado freirás en abundante aceite.
Puedes sorprender a tus invitados con este aperitivo o servirlo como guarnición. 


 (*) Manual de la Abuela Pato

viernes, 28 de octubre de 2016

Nachos con carne

Para celebrar el primer aniversario de la ocurrencia presto gustoso un trampolín a mi segundo pinche, primero en afición. El aprendiz bosqueja maneras en la cocina, si bien, en la mesa presenta memorando  más propio de un mancebo que de uno de su corta alzada.
Nos presenta unos nachos con carne que tienen su mérito.

NACHOS CON CARNE
Ingredientes: Nachos, carne magra, queso tierno, cebolla, pimiento rojo y verde y guindillas de cayena (opcional).
1. Cortar la carne en trozos pequeños, rallar el queso y moler las guindillas.
2. Echar un chorrito de aceite y la carne en una cazuela o sartén.
3. Salpimentar la carne, cortar la cebolla en dados y echarla cuando la carne esté dorada junto al pimiento, que también estará cortado en dados.
4. Echar los nachos en un plato de hornear.
5. Echar la carne junto al queso en los nachos.
6. Poner el horno a 130°  y meter los nachos hasta que el queso se derrita.
NOTA: Este plato se puede acompañar con guacamole.
NOTA: Las guindillas se echan cuando la carne se está haciendo.





sábado, 15 de octubre de 2016

Huevos, agua y calor

En la vida todos nos quejamos  y,  a veces,  con razón. Se dan casos de gente que ha conseguido mucho quejándose;  incluso ha habido quienes  tras vencer en una protesta justa han pasado, ellos mismos, a suplantar al viejo  tirano sobre sus  antiguos camaradas de infortunio y queja. La protesta da para mucho más pues hay  quienes, sin llegar a dar la vuelta a la tortilla, se convirtieron  en profesionales de ella  y viven muy bien arrogándose el sufrimiento y la penuria de un grupo al que mantienen debidamente enojado para que ni abandonen ni olviden su mísera condición y la necesidad que tienen de ser defendidos.
Además, no se puede negar que la protesta continua debilita y embota el ingenio,  ignora las debilidades propias, altera la percepción de la realidad y merma las fuerzas.
Le vendría muy bien a la gente más joven echar la vista atrás y recordar a Violeta Parra (Gracias a la Vida) ,  a Nina Simone (Ain't Got No, I Got Life) y a otros que cantaron su protesta, pero también  a la esperanza y a la vida, que son los últimos reductos del abusado y el perseguido.
Por eso, si llegas un día a casa, es hora de cenar y sólo tienes  huevos en el frigorífico, no te quejes y piensa. Los huevos son una maravilla en la cocina, sin ellos muchos platos y postres de los más corrientes no existirían y, no obstante,  su más simple elaboración es un manjar. Con agua,  sal  y calor, en menos de diez minutos tienes tres posibilidades: huevo pasado por agua,  mollet o huevo duro.
Recomendaciones: deja hervir el agua antes de poner en ella los huevos;  tres, cinco o diez minutos de cocción respectivamente ( si estaban en el frigorífico) y enfriarlos con agua fría.

No te quejes tanto y empieza a funcionar.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Raxo

En la búsqueda incansable de platos sencillos, sanos y sabrosos fuimos a dar este verano en Ferrol con el rajo (raxo) y fue un feliz encuentro.
Yo desconocía este guiso, lo cual solo demuestra mi escaso conocimiento de  la cocina gallega y humildemente  ante mis lectores prometo aplicarme en esta materia.
Para los que vamos perdiendo afición por la carne y gustamos de nuevas presentaciones y aliños a la vez que rehuimos  los trámites laboriosos, este plato llega muy oportuno.
Los ingredientes  se encuentran fácilmente:  carne magra de cerdo que se cortará en tacos y se dejará macerar con especias al gusto. El ajo es imprescindible y el orégano, el perejil o el pimentón no van mal. Al cocinarlo se puede añadir un poco de pimiento o cebolla en trozos pequeños.
La ciencia: con aceite se va rehogando a un fuego medio para que la carne vaya soltando su jugo y se remate en él. Se puede ayudar con un poco de vino blanco. Lo importante es que no se pase y  no quede muy seco.
Se suele presentar con patatas fritas o con pimientos de padrón y si van los tres, mejor.
No me digáis que es difícil.


jueves, 8 de septiembre de 2016

Marmitako

El marmitako es la forma vasca  de llamar a la marmita de bonito, plato de pescadores  que se come por toda la costa cantábrica. Es un guiso con patatas de este apreciado atún que se consume en verano, cuando las migraciones de este animal le hacen acercarse a nuestra costa del norte.
Es un guiso normal de pescado con patatas, pero al ser un pez graso, consistente y de sabor fuerte, admite verduras que en otros resultarían inapropiadas. El pimentón o  pimiento choricero seco o en lata son perfectos, el pimiento verde no está mal y la cebolla y el ajo son imprescindibles. El tomate le puede dar sabor y color.
Siendo el bonito un pescado que, según vaya la temporada, a veces alcanza precios altos, para este plato es preferible el corte más barato. La primera tajada después de descabezado el animal es la mejor: pediremos que en la pescadería nos aparten toda la carne magra y con las espinas y la piel prepararemos un caldo que se añadirá a las patatas una vez rehogadas con la verdura y antes de añadir los trozos del pescado limpios. Recordad que el pescado no hervirá más de ocho o diez minutos.
Sin el caldo se puede hacer también, pero resultará un plato sin identidad propia.
Con otros atunes diferentes al bonito también se puede hacer, pero al ser unos peces más grandes será difícil conseguir el corte indicado.
25.08.16.



viernes, 12 de agosto de 2016

Conejo al ajo cabañil

Yo no sabía de esta receta hasta que un viejo amigo murciano me la dio a conocer. Con razón es una de los principales platos de la comida huertana.
Por su sencillez, su sabor y su presencia, merece este guiso un lugar destacado en la cocina mediterránea e incluso en la española. Es un buen plato de verano por su frescor y es riquísimo caliente o frío. Yo diría que es una elaboración mixta entre escabechado y al ajillo y, al llevar  patatas,  por sí solo constituye un plato completo.
Estamos ahora en  el momento ideal para disfrutar este manjar al disponer de  patatas y ajos nuevos que darán al plato su máximo esplendor. El aceite será de oliva y el vinagre, lo mejor que se pueda.
Hay quien lo adereza con un poco de romero a la hora de hervir la salsa y un poco de pimienta no viene mal en la carne antes de freírla.
Otros consejos: el corte de las patatas será mediano y no las freirás con demasiado calor, menos calor todavía para freír el conejo (el puñetero salta como cuando estaba vivo).
Si sobra alguna tajadilla, el cocinero tiene preferencia el día siguiente.





viernes, 22 de julio de 2016

La plancha eléctrica

Este electrodoméstico se va popularizando  y es un gran avance entre los que necesitamos cocina rápida, sana y sabrosa.
Este aparato tiene un montón de posibilidades con carnes, pescados, verduras, huevos  y sándwiches. Sin embargo, hay gente que cree que produce humos y olores, pero ello solo se debe al  uso incorrecto del aparato.
Con mi humilde experiencia me atrevo a dar algunos consejos a mis seguidores:
El corte: tanto de las carnes y pescados como de las verduras habrá de ser moderado; no excesivamente gordo ni tampoco tan fino que la pieza pierda la consistencia. El pescado a la espalda es un corte excelente para la plancha. Los embutidos, si no son frescos, mejor envueltos en papel de aluminio; las morcillas también.
La grasa: no se necesita ni gota en las carnes o pescados grasos (pescados azules); en los que son muy magros es mejor añadir el aceite a los alimentos antes de ponerlos en la plancha y lo mismo con las verduras, procurando no saturarlas de aceite y si el gusto lo demanda, añadir un poco al final, poco antes de servirlas.
La temperatura: un calentón de la plancha puede acabar con la comida e incluso con el artefacto. Nunca descuidar el preparado dejándolo muy fuerte;  puede salir caro. En general lo mejor es hacerlo con temperatura alta al principio por los dos lados para que se dore y dejarlo un poco más de tiempo a fuego más suave.  A veces viene muy bien taparlo un poco mientras se hace para acelerar el asado, pero será con una tapa con rejilla y no conviene abusar, pues el alimento tenderá a cocerse y se ablandará el exterior.
Aliño: imprescindible en algunas carnes como el cerdo y en casi todos se agradece algo, para mí sólo el salmón, las sardinas y el cordero , si son muy buenos,  van solo con sal.
Sal: en las carnes recomiendan añadirlo al final, pero si no se hace con cuidado,  el jugo que sueltan los alimentos que se  puede recoger al final, quedará como la muera.

No lo dudes, abusa de la plancha y cogerás práctica con ella. En mi cocina son muy apreciados los huevos al estilo New York para desayunar.

viernes, 24 de junio de 2016

La vinagreta

El verano altera nuestras vidas;  los gustos y las apetencias cambian y en la cocina no podía ser de otra manera.
Muy oportunamente llega por estas fechas la cebolla temprana, jugosa, tierna y delicada para una de las mejores formas de disfrutarla: la vinagreta.
Esta salsa, como casi todas, admite muchas variaciones al gusto de cada uno. Yo os presento la mía que no siempre es la misma, pues depende de lo que se disponga en el momento de elaborarla.
Hay muy pocas cosas imprescindibles para elaborar este aliño: vinagre, aceite, cebolla y sal. La calidad, cuanto más mejor y la cantidad, al gusto. La cebolla se cortará en tacos muy pequeños para lo cual un buen cuchillo vuelve a ser imprescindible y no tiene más misterios; mezclar y listo.
A parte de lo básico, admite otras verduras: pimiento verde o rojo fresco o de bote, guindilla en vinagre,  huevo cocido, aceitunas, etc., todo ello cortado en tacos como la cebolla y especias al gusto. El ajo, mejor rallado y cuanto más fresco mejor. Se puede utilizar también ajo en polvo deshidratado. Cabe perejil, fresco o seco, pimienta ( va bien la de varios colores y en algunos platos una que incluye bayas de cilantro resulta muy bien).
Esta salsa tradicional es muy práctica en verano cuando las comidas frías preparadas de antemano, las comilonas campestres y los apaños rápidos son tan necesarios para poder disfrutar al máximo del campo y  de la playa.
Si andas en amores tiernos procura que ella también lo pruebe, así la cebolla no será un obstáculo entre vosotros.


El escabechado

Con la llegada del buen tiempo lo lógico sería que mis seguidores me solicitasen platos para la cocina de temporada, pero aunque no me los piden voy a hacerlo igual.
La palabra escabechina se usa para referirse a una gran matanza o exterminio o, por extensión, para denominar una corrección masiva o una saca abundante. Su origen, sin embargo, no tiene una connotación dramática sino todo lo contrario: cuando había abundancia de carne u otros alimentos perecederos y no habiendo medios de conservación como hoy en día, tras una degollina o recolección en la mejor sazón, se conservaban las carnes y las verduras mediante la benéfica acción del vinagre.
Hoy en día los escabechados, sin ser imprescindibles para la conservación, son prácticos y siguen siendo demandados por quienes gustan de la variedad. Además son muy prácticos en la cocina veraniega por su disponibilidad, su efecto refrescante y su sabor.
Los ingredientes están a disposición de cualquiera: sólo son imprescindibles el aceite, el vinagre y el laurel. Caben especias al gusto, ajo o cebolla y si quieres rebajar la acidez se puede hacer con vino blanco.
Yo presento hoy unas sardinas escabechadas. Después de freírlas, cuelas el aceite y añades, con cuidado, el vinagre, el vino y las especias que tras cocer un ratito verterás sobre el pescado en el recipiente en el que lo vayas a conservar. Después de enfriarse  lo guardas en la nevera y tienes para unos días escabeche  para un bocadillo, una tapa o una cena rápida.
Si después de freír o asar las sardinas solo son unas pocas las que sobran, no será necesario tanta parafernalia; les añades un chorro de vinagre, las guardas en el frigorífico bien tapadas y verás qué buenas, al día siguiente, frías o calentadas.


domingo, 5 de junio de 2016

La barbacoa

Los que consideran el camping simplemente una forma barata de viajar, solo encontrarán en su práctica la falta de comodidades que su penuria económica les impone y hacen muy bien en quedarse en casa quienes  aseguran que para viajar así, es mejor no ir a ningún sitio. De esta forma no estorbarán a los que disfrutamos de esta forma de hospedaje.
Yo fui usuario  frecuente de estas instalaciones,  disfruté y a veces padecí con deportividad alguna penuria, pero el saldo siempre fue positivo. No obstante, en los últimos años, la falta de educación y de respeto está complicando la práctica del camping y como este blog es de cocina, aquí vengo a parar con el disparatado uso de las barbacoas que en los campings se practica.
El gusto por las barbacoas portátiles viene siendo una moda, seguramente importada,  muy práctica para acercar el humo y las llamas a nuestros colindantes de forma que en otras épocas hubiera sido motivo de trifulcas vecinales.
Es digno de valoración sociológica cómo, hoy en día, habitantes de las más elitistas vecindades se turnan para ahumarse recíprocamente durante los fines de semana de primavera y verano encendiendo hogueras móviles a escasos metros de las ventanas de sus orgullosos convecinos y es más admirable aún, cómo estos ciudadanos soportan impasibles los olores y la humareda mientras encerrados en sus bunkers planifican fríamente la recíproca. Y no está mal visto…
Los desheredados de la fortuna, otrora proletariado en masa y hoy en día la gente, carentes de los medios que les permitan un despliegue de sus fantasías más sofisticado, con su barbacoa de oferta y el saco de cisco acuden a campings playeros a fastidiar la tarde a los pobres campistas que se habían propuesto pasar un fin de semana en contacto con la naturaleza.
De lo que se zampan  estos practicantes del atavismo de comer asando al fuego… mejor lo dejo para otro día; si el humo me enrojeció los ojos, ver lo que estos energúmenos se echan al coleto me da lloradera.
19.05.16

miércoles, 25 de mayo de 2016

Patatas con carne

Cocinar, lo que se dice cocinar, cocina cualquiera, pero guisar ya es otro tema. Entiéndase guisar en el sentido de la segunda acepción del diccionario de la R.A.E.:2. tr. Preparar los alimentos haciéndolos cocer en una salsa, después de rehogados.
Un guiso de los clásicos es las patatas con carne. Aquí ya no hablamos de salir del paso, ni de horno ni de plancha. Estamos en un plato tradicional que lleva tiempo y da juego. La altura del  resultado debe ser proporcional a la calidad de los productos  y  al tiempo empleados, de lo contrario habremos perdido dinero y tiempo que podíamos haber dedicado a otra cosa.
Qué decir de las patatas: un alimento excepcional. Es difícil imaginar la vida sin ellas y sin embargo son un aporte relativamente nuevo en nuestra cocina. Por sus valores nutritivos, su versatilidad, su sabor, su fácil conservación, su sencillo cultivo … hasta su planta es bonita y su peculiar escarabajo resulta simpático si no viene acompañado de sus amigotes. Por todo ello y por su importancia innegable en el desarrollo de la Humanidad en los últimos siglos, considero notoriamente injusto que se utilice la palabra patata como sinónimo de chapuza o artefacto obsoleto. Solo la ignorancia o el descuido explican estos dislates.
La clave de guisar con patatas es si lo que cocinas con ellas necesita más o menos tiempo que las homenajeadas: no es lo mismo la carne de ternera que unas patatas con chorizo, otro clásico. En otras palabras ¿qué va delante, la carne o las patatas?.
Mis consejos: rehoga la carne, añade la cebolla, el ajo, pimiento, las especias ( va muy bien el azafrán o el colorante); luego lo guisas con poco o nada de agua, según pida. Añadirás después  las patatas y el agua y a cocer lentamente revolviendo de vez en cuando para que el caldo se vaya engordando, reposar y… ¡al ataque!.
Buen provecho.


Tortilla de verduras

La comida es una necesidad vital a la que los humanos empezamos en convertir en arte una vez que nos hubimos sentido un poco más seguros y con la despensa llena. Con el paso de los años, según vamos consumiendo nuestras vidas, vamos apuntando en el debe y el  haber conforme vamos logrando los objetivos y, en lo del  condumio como en otros propósitos, vamos probando los platos que lograron más fama, unas veces por su calidad y otras por variadas razones entre las cuales la vanidad y la petulancia tienen lugares destacados.
A la edad de este bloguero y con algo en el bolso, a mucha gente ya no le queda ninguna olla por destapar aunque, seguramente, no todas fueron como prometían. Gran error, es una forma rápida de consumir la vida sin su debido aprovechamiento.
Hace 28 años que tengo yo una cuenta pendiente y no pierdo la esperanza de saldarla antes de los próximos 28 haciendo el faquir con cebollinos asados a la manera de los catalanes del Priorato., Así, de pronto, es la ilusión más grande que tengo yo en cuento a la gastronomía, que recuerde ahora. Tal vez no sean gran cosa pero en la vida las ilusiones son importantes y a veces es mejor un anhelo que el desengaño de una realidad.
Todo esto para llegar donde yo quería:
Veintiocho fueron los años que yo me pasé con ganas de volver a Cartagena y disfrutar aquellas enormes tortillas de verduras que yo recordaba como un manjar. Después de tanto tiempo y mientras la interesantísima ciudad va transitando por su tercer milenio, de aquellas tortillas me costó encontrar vestigios. Ya no me pareció tan buena la que logré probar; saladísima y reseca. Modestamente, has hago yo mejores.

Si puedes hazla el día antes, gana mucho al enfriarse.

Sopa de tomate

Hay ocasiones en las que al más humilde de los cocineros se le presenta el  mismo reto que al cocinero de Napoleón el día  14 de junio de 1800 en el Piamonte. Muchos méritos tendría el sollastre para guisar para el futuro emperador, pero a veces, sorpresas te da la vida, cualquier nimiedad te hace pasar a la Historia o pierdes todo tu crédito por liarla a la nonagésimanovena.
Recientemente, a mi Primer Cónsul le apeteció una sopa; cuando mi Primer Cónsul quiere sopa, quiere sopa, no sopas.
Recién llegados de viaje, hora de comer, las tiendas cerradas … Repaso las existencias y ¿ qué hallo?: Un bote de tomate triturado, una zanahoria, una cebolla y un diente de ajo.
Instantáneamente  vi  llegado el momento de perpetrar una sopa de tomate: sofreí  las verduras, más adelante añadí el tomate y agua, herví,  condimenté, triturar y listo… Un éxito.
En cuanto a las especies, muy recomendable la pimienta negra;  con el tomate va muy bien.
Qué hubiera sido del afamado cocinero si le hubiera puesto al restaurado emperador pollo con cangrejos y huevos para cenar quince años y cuatro días después,  en Waterloo. Posiblemente le hubiera mandado fusilar al punto.

Sorpresas te da la vida: Pollo al Marengo.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Cebolla caramelizada

En mi última visita a Fuenterrabía fue agradable recordar  caminando por el paseo en el que en  “Papillón”  Steve McQueen soñaba correr al encuentro de su amada y su libertad perdidas. Eran los locos  años 20, una de esas épocas que siempre  precede a  la crisis y al desastre, esa piedra en la que tropezamos y volvemos a tropezar y nunca aprenderemos.
Terminado el paseo en un  mediodía lluvioso de verano el reclamo de las barras de los bares era irresistible con su colorista pintxeo.
y con el viento mi esperanza navegaba
perdonóla el mar, matóla el Puerto.
 (Gracias Lope).
Los pinchos eran sabrosos…  sí, bonitos … bueno. Tampoco es tan difícil, con buenos quesos, buen pan, buenas anchoas y langostinos y alguna cosilla más tampoco es tan difícil… Pero… aquello era la apoteosis de la cebolla caramelizada,  viniera o no viniera a cuento.
Para mis seguidores, los voluntariosos marmitones de la nueva hornada, a estas alturas del curso  la cebolla ya tiene que  tener su sitio en la cocina, un lugar que nunca debe quedar desierto.
Empecemos por aclarar conceptos: la cebolla caramelizada debe llevar un poco de azúcar y no va mal en algunos platos como en los que llevan  quesos, pero yo soy más partidario de lo que propiamente llaman cebolla pochada ( cebolla, aceite u otra grasa y sal; un poco de perejil , pimienta u otras especies no viene mal según con lo que lo vayas a combinar).
Se prepara en un momento y es un complemento insustituible para la comida rápida (salchichas, hamburguesas…) u otros platos de carne o pescado y se puede recalentar perfectamente.
El corte de la cebolla mejor perpendicular a su eje en láminas delgadas y cuanto más carnosa sea esta, mejor.
Que no falte en tus cuchipandas.




Carne con salsa


Por las exigencias de la vida moderna, al cocinero se le exigen creaciones que además de bonitas y gustosas sean de elaboración sencilla y rápida, además  de buena  conservación y servicio fácil.  No es sencillo cumplir con todo el mandado  pues no es infrecuente que la cocina sea una más de las heterogéneas obligaciones del cocinero  y a menudo se ve obligado a guisar por anticipado para quien suele ponerse la comida con el cerebro en off o empleando el  raciocinio en otra cosa.
Os presento una receta que reúne todas las exigencias anteriores: carne en salsa.
Se trata de una fórmula muy abierta de preparar carne con verduras. Se puede hacer con un trozo de lomo u otro corte de carne metida en malla. Puede ser también un trozo de costillar,  un redondo , un pollo relleno…
Primero se dora la carne en aceite tras especiarlo al gusto y luego sobre ello se añaden las verduras que se irán cociendo a fuego lento con un buen chorro de vino blanco, si es del gusto del artista.
Las verduras...de lo más corriente: la zanahoria le dará color, cuerpo y su dulzor insustituible, el tomate que no falte o se le echará de menos. La cebolla aportará finura y el puerro o un poco de berza ese aroma inconfundible de las casas donde se come bien y, si quieres un toque elegante, unos champiñones o un puñadito de setas de esas que compraste congeladas y no sabes qué hacer con ellas.
Después de una hora y media hirviendo, sacas la carne y la cortas al gusto.  Necesitarás un cuchillo bien afilado y asentado para que el trabajo quede fino, y con la verdura haces un puré. Se junta todo y se hierve un poco.
Puede que recibas felicitaciones.




Pescado a la gallega

Que todos tenemos defectos es una evidencia que casi nadie niega aunque haya  quien afirma haber conocido a personas íntegras. Yo no voy a discutir lo comúnmente aceptado  y hasta admito que se puedan encontrar casos de personas intachables entre los que la vida no ha sometido a pruebas insuperables.
Si hablamos de colectividades o gentilicios entramos ya en los tópicos y sus excepciones  pero yo me atrevo  a decir que los gallegos ostentan las  virtudes de la humildad y la sencillez. Bueno, al menos yo las considero méritos aunque otros puedan considerarlas sumisión y simpleza; en quienes piensan así  no te molestes en buscar honestidad ni talento.
La humildad y la sencillez son dos cualidades que se expresan en la forma de cocinar el pescado “a la gallega”; las cuales, por sí solas,  no suponen  mérito pero cuando lo pruebas comprendes que si un plato es excelente las anteriores cualidades le convierten además en extraordinario.
Cualquier pescado blanco a la gallega tiene mérito para estar en la carta de un buen restaurante pero lo puedes elaborar tú mismo cualquier día para una cena rápida, grata  y sabrosa. El único requisito es la calidad de los productos a emplear.
La receta es sencilla y fácil de encontrar, solo destacar dos cosas: si el pescado es congelado hacer una descongelación correcta (lenta y si puede ser dentro del frigorífico) y que no hierva más de ocho o diez minutos.

Reitero que la calidad de los productos es importante y no lo vayas a arruinar con un pimentón caducado.

domingo, 28 de febrero de 2016

La sopa

 Cuando yo serví en la Marina Española no recibí ni merecí ninguna distinción, pero hubo un privilegio que yo recuerdo con pundonor: durante ciertos períodos de servicio en destacamentos, en cumplimiento de las ordenanzas militares,  dos cocineros preparaban  una sopa para la cena de unos cuantos soldados que ni siquiera la probaban  y una vez que yo era servido, el resto del sopicaldo era, sin más, retirado para alimento de los animales de un cortijo cercano.
A fecha de hoy, la sopa sigue sin estar valorada como se merece por la gente más joven en España y tal vez por ignorancia o comodidad no disfrutamos como se debería  este plato.
Hacer una sopa lleva tiempo, pero no trabajo y hay multitud de variantes según el gusto o la disponibilidad. Los pasos son dos básicamente: hacer un caldo con carnes y / o con  huesos. Mejor combinar de dos o tres animales (ternera,  pollo, jamón , gallina, cordero …) y un sofrito de verduras entre las que la zanahoria y la cebolla no han de faltar aunque caben muchas  más:( puerro, ajo, berza, (especialmente recomendadas las hojas más verdes de la col rizada), hongos de varios tipos, tomate …
El caldo deberá ser cuidadosamente desgrasado con  una cacilla, recuperando lo extraído una vez que se enfríe  la grasa. El sofrito se pasará por la batidora o por el pasapuré si hay necesidad de retirar algún residuo de la verdura. Después se junta todo y se cuece  la pasta que se prefiera, el arroz o el pan si no se quiere tomar solo.  Especiada al gusto y con algún toque personal ( un poco de jamón, un chorro de vino blanco, huevo duro, picatostes…) queda un plato muy presentable.
Pero como yo sé que no tienes mucho tiempo,  cuando hagas el caldo añades las verduras y,  por encima, en una cesta , pones las carnes y luego, retiradas éstas lo desgrasas y lo pasas por la batidora. Simplifica mucho la faena y para un día no feriado va perfecto. Con la carne hervida que sobre, unas tortillas mexicanas y sus aderezos pertinentes puedes preparar unos tacos, por ejemplo.

La sopa se recalienta rápido y se disfruta hasta la última cucharada.