sábado, 29 de febrero de 2020

El repollo y otras berzas (De cómo cocer coles sin mal olor)


El repollo y las coles en sus diferentes variedades son una parte fundamental de la cocina invernal.
Esta verdura presenta méritos propios; cocinada sola o con un poco de patata es un manjar. Pero, además, como complemento de otros platos tiene la virtud de suavizar el sabor y la digestión de carnes muy propias de esta estación, sobre todo de embutidos y adobados de cerdo que se consumen cocinados.
Solo tiene un inconveniente este delicioso alimento: a veces, al cocinarlo, desprende un olor desagradable que, aunque devalúa poco su sabor, se mantiene en el ambiente de forma persistente y molesta.
Siendo partidario de disfrutar a menudo de esta deliciosa verdura, he indagado la forma de evitar su molesta secuela.
Las recomendaciones que se encuentran por ahí  de añadir bicarbonato, vinagre, limón, miga de pan, leche, limón, comino … son solo paparruchas que no solucionan el problema, y algunas alteran el sabor original del alimento.
Llegados a este punto, he tenido que ponerme a investigar yo, como si uno tuviera poco que hacer.
Apreciábamos que solo algunas veces se producían los malos olores.
La observación sistemática nos desveló que a partir de cierto periodo desde que la planta es cosechada, cuanto más tiempo pasa más fuerte es el mal olor.
(Estamos hablando de una planta que, madurando en otoño, cuando ya no hay riesgo de que espigue al acortarse las horas de luz solar, llega al invierno en sazón y en las tierras altas hay que recogerla  apresuradamente antes de que las heladas la marroten. Es por ello por lo que, tradicionalmente, el repollo se guardaba un cierto tiempo en una estancia fresca, y lo último se consumía, algo marchito. En otros países lo conservan encurtido o fermentado).
Siguiendo el procedimiento científico, arrojamos la hipótesis de que si rejuvenecemos la planta artificialmente reduciremos los desagradables efectos del marchitamiento y…voilà.
Introduciendo el repollo o la coliflor  como si fueran flores  en el agua y dejándolo desde el día anterior, la planta revive y desaparece el mal olor al cocinar. Si el repollo es muy grande, cuando lo trocees conserva el tronco para que cuando cocines el resto puedas practicar esta maniobra de reanimación.
Es la única fórmula que me ha dado resultados y disfrutaré más a menudo de este sabroso alimento.